El sentido del olfato es el más poderoso de nuestros cinco
sentidos y también el más antiguo. Al estar conectado directamente al sistema
límbico, básicamente donde se producen las emociones, tiene ese poder de que un
aroma nos lleve inmediatamente al pasado o que vivamos un recuerdo con una gran
intensidad: al pasar por la cocina de un restaurante, el olor del Avecrem te
recordará al comedor de tu colegio o, ya que estamos en Garrido, al pasar por
la Plaza Barcelona el olor del costo de los hermanos musulmanes llevarte a las
tardes de petas y litros en el Luymar.
Cuando era niño el barrio estaba lleno de aromas. El olor
seco y dulce de la madera recién cortada en la serrería de Alfonso IX. El del
pan horneándose en el obrador del la calle Ávila, los afrutados y dulces de las
bodegas donde se compraba el vino a granel, la mezcla de olores de la carne, el
pescado y las frutas en el mercado de abastos de la calle El Greco o el aroma
cálido y limpio de las tiendas de ropa.
Serrería de Alfonso IX |
Otros podrían no ser tan agradables pero también me
gustaban, por ejemplo el olor de las sardinas recién asadas en “La Sardina”, creo que este me gustaba ya que cuando podías corretear por allí eran los sábados por la tarde noche. También
el olor a alquitrán de las traviesas de madera en la estación de tren cuando el sol del verano las calentaba, éste era el mejor ya que era sinónimo de vacaciones.
A medida que el barrio fue modernizándose y estos pequeños
negocios (ultramarinos, bodegas, carnicerías, mercerías…) fueron cambiados por
las cadenas de supermercados, gran parte de estos aromas desaparecieron.
Uno de los últimos
que quedaban era la mezcla de olores ácidos pero agradables de los productos de
limpieza (detergente, lejía…) con los afrutados de los perfumes de la droguería
Lorena en la calle El Greco. Tras más de
40 años en funcionamiento, cerrará este mes.
La droguería de la Lore |
Como señalaron las compis de Vivir en Garrido, el barrio se traspasa . Paseas por las calles y ves cientos de locales con el cartel de se
alquila o se vende. Sí, estamos
atravesando una importante crisis y no es sencillo abrir un negocio, pero
al final son estos pequeños negocios quienes le dan vida y dinamizan el barrio.
Se me viene a la cabeza el olor a tierra del almacén de patatas de la calle Wellington, el olor a ferodo quemao del herrero de Bolívar, el olor a taller mecánico mezcla de aceite y neumático de Brocheros (había dos el de Pepe y su padre, con su perrete Curro, y el de Chuchi), el olor a fritanguilla que emanaba del extractor del bar Diamante,el olor agradable no se bien a qué de la mercería Cuadrado....
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